lunes, 30 de enero de 2012

VIDA DESPUES DE LA VIDA

Soñaba un dolor en el costado y me desvanecía, pareció que moría y me hundía muy rápido en un embudo interminable, sin poderme detener, hasta un espacio oscuro, donde volaba mi alma sin cuerpo, hasta un jardín rodeado de árboles frutales y plantas con flores. A lo lejos, se divisaban otros espacios distintos y bastaba querer para aparecer en cualquiera de ellos de inmediato. Uno tenía flores gigantescas blancas y azules, otro tenía manzanas de distintos colores, elegía una azul y sabía deliciosa. En otro jardín, había duraznos, damascos, peras y uvas.
Cuando me harté de frutas, recordé que mi cuerpo había quedado en la cama y sin embargo, bastaba pensar en algo y ya lo disfrutaba sin impedimento alguno.
–Esto debe ser el paraíso –me dije entusiasmado. En ese momento, escuché una risa suave y me desperté con sabor a frutas en la boca y sensación de saciedad, como si realmente hubiera comido aquellas fantásticas frutas, lo cual no dejó de extrañarme bastante. El dolor del costado ya no se sentía casi.
Llovía profusamente. Era una tormenta eléctrica del otoño tardío, que pronto cesó.
Me quedé algo inquieto y me costó mucho volver a conciliar el sueño. A la mañana, desayuné liviano, solo una manzana y fui a trabajar normalmente. Cuando llegó la hora de dormir, recordando el sueño de la noche anterior, me sentí algo temeroso, la idea de morir era algo prematura, sin embargo, pude conciliar el sueño sin despertar en toda la noche… la duda que me quedó fue con respecto a esa risa previa al momento de despertar, quién reía?
Pasé mucho tiempo durmiendo normal y casi sin sueños o por lo menos, ninguno que pudiera recordar.
Cambié mi dieta, para el caso que realmente sufriera algún problema cardiaco, pero no fui al médico.
Olvidé el episodio y unas semanas más tarde, tuve que viajar al Interior por negocios y en el hotel, me encontré con dos amigos médicos, que habían venido a un congreso de cardiología que tenía lugar allí y estuve viendo la agenda de charlas. Había una sesión programada para la tarde siguiente, que me llamó la atención. Trataba de casos de “Vida, después de la vida”: Gente que había muerto científicamente y que relataban una vivencia semejante a la que yo había tenido y luego revivían. Al conocer mi interés, me invitaron a presenciarla.
Después de la exposición, les conté detalladamente lo que me había sucedido hacía ya un mes y ellos no descartaron que fuera posible, que yo pudiera haber sufrido un episodio parecido, si hubiera tenido un ataque relativamente tan leve que mi corazón reaccionara luego favorablemente, sin asistencia exterior.
Ahí mismo, en el hotel, me auscultaron e hicieron un E.C.G. y les pareció que estaba bien. Así que no volví a pensar en el asunto por mucho tiempo.
Una tarde de lluvia, después de un atracón de comida en casa de amigos, el siguiente invierno, volví a sentir un dolor, esta vez fue en el brazo izquierdo y cuando se extendió al pecho, me asusté mucho. Llamé a Ricardo, mi médico de cabecera, que era buen cardiólogo y me mandó la ambulancia. Estuve bajo observación y durante las primeras 24 hs no notaron nada. La primera noche, nervioso, no pude dormir, al otro día me dieron el alta, sin haber encontrado síntomas de cuidado y me quedé en casa tranquilo durante ese fin de semana, sin hacer gran cosa. Fui a caminar solo para sacar al perro dos veces al día y me olvidé del asunto.
Esa noche me descompuse otra vez, pero esta vez ya no volví. Ahora casi no camino, más bien vuelo, como mucha fruta, que no tiene gusanos y está toda siempre a punto, ni verde, ni demasiado madura y lo bueno es que puedo comer toda la que quiero, o no comer nada e igual me siento muy bien todo el tiempo, ya que las almas no engordan ni sufren de mal alguno.
Casi todos los días juego de número diez al futbol y siempre meto todos lo goles, nadie me gana. Cuando lo hago de golero, atajo todas. Soy bueno en todos los deportes.
Tengo una novia con alas que toca el arpa y canta como un ángel. Qué más se puede pedir?

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