martes, 3 de enero de 2012

VIAJAR EN TREN: ¡UNA ODISEA!


LOS TRENES DEL OESTE DEL GRAN BUENOS AIRES (NO LOS DEL FAR-WEST)
La gente que llega, sale por la puerta en tropel, como estampida de borregos, mientras el grupo que espera para entrar desea sentarse desesperadamente, pretende entrar por la misma puerta al mismo tiempo en sentido contrario, (entorpeciendo la salida del primer grupo), para conseguir asiento. Hay trompadas, insultos y discusiones, todo para conseguir el tan ansiado asiento. Algunos trepan por las ventanas aventajando a los demás y ocupan un sitio a como dé lugar, sin respeto, ni cordura, ni consideración, ni preferencia para embarazadas, mujeres con niños chicos, ni tullidos, ni ancianos.
En otros tiempos, las madres, hacían levantar a sus niños, para darle el asiento a los mayores. Eso se perdió totalmente. A nadie le importan los demás.
Los viajes son largos y los vagones van repletos, la gente viaja muy apretada y ocurren pungas, manoseos, pisoteos, además del cansancio que cada uno lleva, ya sea antes o después del trabajo.
Hay mil incomodidades y atropellos, que también se suman, contribuyendo a este caos absurdo. Los trenes se despachan a destiempo, sin orden lógico alguno y obligan a la gente a estar muy alerta porque sucede a menudo que se suspende la salida de la formación ocupada, avisando que ese tren no sale y allá van otra vez todos corriendo a otro anden a ocupar otro tren, siempre con los mismos forcejeos e insultos y peligro de la integridad física y moral. Parece una película de horror filmada por un loco.
Nadie hace algo para revertir la brutal situación, es como tierra de nadie, no hay policía, ni organismo de seguridad que se atreva a poner orden y la barbarie toma cuenta de los trenes impunemente.

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