viernes, 22 de junio de 2007

RAZONES DE MIL VIGILIAS


La luna y vos
lo cantaron sin malicia,
desde el principio lo sabía:

Vos no me querías!

El reloj de la catedral
daba el ángelus vespertino,
cuando decidí insistir
con el desatino,
qué más podría perder,
el no, ya lo tenía!

Mi corazón hambriento,
deshabitado de amores
prefería un sueño imposible,
una esperanza ficticia,
a un vacío absoluto sin musa
que acompañara las deshoras,
para que el poeta escriba.

El amor
fue creciendo con los días,
idealizando la imagen querida,
mientras la sombra
del desamor y la de la muerte
caminaban parejitas.

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