viernes, 22 de junio de 2007

CONFESION

En aquel rincón
te hiciste carne
y yo te incorporé a mi retina.

La luz de un rayo me dejó verte
y fuiste arista, inicio, verbo,
fuego en mis sentidos!

Esculpí tu nombre
cien veces en la piedra,
para que perduraras en mi vida.

Escribí en papiros cien poesías
vertiendo en ellos el amor
de mi alma desvestida.

Nunca me querrás
confesaste
una tarde muy fría...

Y desde entonces,
desolado
vago sin rumbo por la vida.

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