
Al llegar a su oficina, no le dejaron entrar, le dijeron que recogiera sus cosas y pasara por la caja, donde le esperaba la última liquidación que ya estaba preparada.
Sin explicación, preámbulo ni cortesía alguna, había sido despedido. Puso sus cosas en una oscura bolsa grande de residuos, pasó por la caja, embolsó el dinero, guardó los papeles y se fue, como si nada, sin posibilidad de despedirse de sus compañeros... Se fué pateando las hojas multicolores que alfombraban calles y veredas del barrio de la fábrica, mientras la garúa espesa cantaba su ritmo acompasado, relativizando la importancia del momento vivido, aunque sumando otro pálido y triste aporte a las frustraciones que venía coleccionando últimamente. Pasó por el banco a depositar el dinero, luego fué a lo de su amigo abogado, a darle la noticia y para que revisara la liquidación recibida. Luego acudió al gimnasio. Se zambulló y nadó diez piletas. Luego le dio trompadas a la "punching-bag" hasta que se cansó.
Ya era mediodía, comió algo en el restaurante de su ex, le dejó la cuota mensual con anticipación este mes, pasó por un comercio de computación y compró un ordenador, más varios elementos para armar la propia oficina en su casa.

1 comentario:
EXCELENTE CARLOS. FELICITACIONES. UN ABRAZO DESDE URUGUAY!
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