jueves, 29 de marzo de 2007

SENTENCIA

Te imaginaba
como talismán divino
que caería del cielo
para saciar mi hambre
de amor mágico y eterno!

Nunca pude franquear
los múltiples velos de tu arcano:
sólo pude adivinarte
blanquísima y virginal,
a veces sola, desamparada, trémula
o armada de valor luchando...
y siempre llena de misterios!

Transverbera este desamor mis carnes
más que el rayo lacera mi anatomía!
Me parte el corazón:
No saber de ti!
No verte!
No hablarte!
Fingir indiferencia!
Me hiere tu veredicto de Esfinge
pariendo ese “Nunca!”
o como Medusa: petrificándome!

Quién llorará por mi, si muero de amor?
Quién compartirá este dolor?
Quién gritará su pena sobre mi cajón?
Quién dirá: “... era una buena persona”?
Quién caminará junto al lago, recordándome?
O por la Rambla de Montevideo?
O en la Catedral de Montreal?

No me resigno a estar solo.
Quisiera olvidar y no puedo,
vivir intensa pero dulcemente
y me cuesta mil triunfos y desvelos!

Que Dios te cuide, te reserve intacta,
calme tus ansias y dulcifique tu esperanza
hasta que te vuelva a ver.

1 comentario:

Dorita Rabinovich dijo...

Esta poesía es un encanto.
Como dice Adolfo Bioy Casares: es inevitable el cambio del sentido de las palabras a través del tiempo. Mi pregunta: ¿Es esta una sentencia de un dicho misterioso que troca a una decidida expresión de deseo y esperanza?