domingo, 11 de marzo de 2007

Huellas del Idilio

Cuando el crepúsculo apaga sus carmesíes,
en la orilla abandonamos nuestras huellas,
que cómplice desbarata el río,
y danzamos nuestro tango horizontal.

Entrelazados en amante desafío,
acolchan sumisas nuestros retozos,
caídas hojas y flores de amancay.

Tus fragancias invaden mis sentidos
y recorro enardecido tu belleza,
acariciándote suave,
cual la garúa al bosque besa.

Selene nos acoge en su halo etéreo
y avivamos el ritmo.

El coro acompasado de tu canto
y el de los pájaros,
con el rugido del torrente,
producen la sinfonía que me lleva al éxtasis.

Volamos a la cima venciendo a la muerte
y a dolores añejos que olvidamos totalmente.

Dilatamos la despedida con mil ternuras,
acordando el pronto reencuentro.

Ceibos y coíhues desconsolados,
ven las huellas que se apartan,
grabando senderos distintos.

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