domingo, 18 de marzo de 2007
Atardecer de Otoño
Si esa tarde no te viera,
imaginadote hubiera,
porque ya te adivinaba,
grabada
muy dentro mío,
aún antes de nacer.
Ave libre,
vuela y canta,
goza de tus emociones,
protegeré tus alegrías
hasta el final de mis días,
siempre tendrás este pecho
para tu paz y contento.
Señora
de los laberintos de mi alma,
de mis demencias, de mis quimeras,
dueña
del deleite de mis sentidos,
tu gracia me envuelve
entre tus azules inmensos y sabios.
Invades mis alboradas
y me embelesas:
te poseo sin gozarte,
te beso sin rozarte,
colmas mi alma sedienta
y despierto contigo,
amándonos.
Sueño alerta
con tu presencia pura,
rescatando tu ternura,
abrazas mi espíritu ardiente,
que te espera desde más allá
del espacio y de las horas.
Si esa tarde no te viera,
igualmente te intuyera
y como ahora que me ignoras,
rogaría por tu llegada,
en un atardecer de otoño,
con el sol
reluciendo a tus espaldas.
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