domingo, 22 de marzo de 2009

PIEDRA DE TOQUE

Haibun por Carlos R. Curiel

Lleva tiempo olvidar algunas penas, sin embargo, la lejanía y un entorno adecuado suelen templar el espíritu marchito. Buscando un cambio renovador, decido que tal como la piedra de toque convierte el vil metal en oro puro, la soledad de los parajes sureños, sus ríos, sus lagos, sus montañas, lograrán el cambio ansiado.

Naturaleza,
maravillosa gema,
mejora el alma.

Encuentro un buen lugar donde pernoctar. Aún algunos recuerdos me invaden y viendo el paisaje que me rodea, la densa vegetación, el río, las aves y otros animales de la foresta, las imágenes ingratas se van disipando poco a poco.

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El sauce llora,
la hiedra lo abraza,
el lago lo besa.

Antes de armar la carpa y acomodar todo, sujeto la canoa a un improvisado muelle.
Enciendo el fuego. Se va anunciando la noche.

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Contra el muelle
bate triste la canoa.
La luna tiembla.

Entre alerces, cipreses, álamos y sauces, el lago me incita, chispeante, glorioso.

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Tras el macramé
de alerces y cipreses
el lago me espía.

Me encuentro a salvo en medio de la espesura, en lo alto de una loma sobre el torrente cómplice que brama suave y rítmicamente.

La luz de la hoguera juguetea con el verde entorno formando figuras lúdicas que se mueven al compás de la brisa nocturna.

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Entre las hojas
de las palmeras
la luz dibuja tigres.

Fácilmente concilio el sueño y pronto llega el alba con su clásico trajín.

La canoa se desliza suavemente. Veo cómo las imágenes en su superficie, distorsionadas por acción del viento y el movimiento del río forman dibujos psicodélicos que huyen hacia el mar.

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El río copia,
el viento desfigura,
luego se fugan.

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Cuando remo veo
que el río ríe y también río.
Hay que ser cortés!

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Cielo cubierto.
El pato atrapa un pez.
El río aplaude.

Llego a los rápidos, luego una cascada, otra y otra, finalmente el remanso y la calma.

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En la laguna,
los peces de colores,
mecen las algas.

Busco cobijo en aquella playa donde me dispongo a pescar, comer y descansar.
Una hondonada profunda escondida entre sauces anegada por la crecida de días atrás, contiene peces fáciles de atrapar.

Entre montañas
refugio multicolor
cobija mi alma.

Así transcurren las semanas, cazando y pescando sin pensar. En esas dos semanas casi no diviso un alma. Sólo las vistas y ruidos naturales del entorno son la deseada compañía y brindan la paz tan buscada.

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