Más que estrellas en el cielo,
más son tus virtudes,
cariño mío.
Las huellas
que dejaste en mi alma
tienen un cierto brillo,
que aún se ve en la noches
más oscuras del invierno,
su calidez alivia el frío
que soledad y destierro,
convirtieron en martirio.
Hoy hasta mi sombra,
conserva ese destello
y cuando el sol la borra
continúa encendido.
Ahora camino más erguido,
orgulloso de haber sido
acariciado por los pasos
de tus delicados piecitos.
Andando y desandando trillos
construyo caminos y puentes
que unan nuestros destinos.
A veces ando por tu casa,
sin grabar su sacro suelo,
buscando algún rastro amado
para copiarlo y hacerlo mío.
Tengo dos hojitas,
que desenredé de tus cabellos
cierta tarde de estío,
una servilleta de papel
que besaron tus labios queridos,
y otras pequeñeces,
para mí, recuerdos íntimos.
Robé de tu jardín, dos gotas de rocío
que reflejan tu mundo y el mío,
el día que nos juntemos serán una
y ambas conmigo.
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