¿No serás tú, la Muerte que finalmente me llevará? Tan fría e indiferente, a ella te pareces! Entonces te odio.
Cuando para uno de mis cuentos tuve que imaginar la figura mortal, lucía tal como tu imagen fatal. Sólo que ella vestía de negro.
Afortunadamente, tu color es azul índigo, también mi favorito y sólo puedo ver VIDA de la mejor, en mi recuerdo entrañable de tu imagen adorada. Entonces te amo y por tu influjo surgen los sentimientos y las palabras en el papiro... No sé si servirá para algo lo que escribo, más que para dejar galopar a los flacos azulejos de mi desgracia... lo cierto es que sólo así respiro.
De esta forma, sigo todo el tiempo hasta desfallecer, apenas como y casi no duermo, sólo escribo... En la vigilia las palabras fluyen entrecortadas, a veces monótonas y las repito para atraer el sueño. A veces te encuentro en mis visiones apenas un instante y te esfumas inclemente.
Tus ojos omnipresentes no dan tregua. Me deshago gota a gota de pasión y frustración. Será un hechizo, una venganza o un castigo? Ciertamente es un martirio... ¿a quién le hice tanto mal para sufrir así?
De pronto, todo oscurece y tú emerges... siento alegría y miedo... no veo el color de tu vestido, finalmente te poseo, ahora soy tuyo y me llevas contigo...
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